Un quart de onze, la penumbra se encuentra a fuera de la ventana, frío, muy frío. un cuarto encendido es lo único que guia mi mirada detrás del caballete, son las diez y cuarto. El día apenas comienza.
Vueltas y vueltas por el departamento, es lo que se escucha en el árbol de enfrente, las danzas no faltan, de aquí por allá, buscando, queriendo encontrar los hilos que los llevaran a la diapositiva # 26:10 Ab.
Su dedo provoca un click seguido con una chispa momentánea, no es más que la forma de sincronía con las luces parpadeantes del final de la perspectiva, ese punto de fuga que se escapa y no regresa, llevándonos a lienzos blancos recién lijados.
El vapor del agua hirviendo tiene un sonido bastante peculiar, suave y recurrente, se sabe que ahí esta, te llama, grita. El café esta listo, la lectura es interrumpida por un perfume diagonal, desviando los ojos, por unos instantes, por unos segundos. El café a pesar de sus mitos, es degustado por su sabor, sus efectos son nulos, solo la lengua baila sintiendo el contratiempo, el movimiento se forma, combinado con una lectura, "ismos", es una buena lectura, evoca un buen momento.
Ayer fue mil novecientos 88, aun no nacía, yo nací un 3 del 3 del año siguiente, una época contemporánea, ¿ a caso ? Soy Contemporáneo. Cuatro décadas y un mes después, sont les dix heures et quart. La noche apenas comienza.
Yo, comencé escribiendo, si hace años lo hago, en estos días tengo una maquina de escribir, la sincronía del dedo y el papel es palpable, es mi piano rojo de metal.
Ahora estoy aquí, sostenido por los cables tensos que viajan por puntos paralelos vibrando de manera simultanea, dando lugar a la creación magnifica y espontánea, automatista el individuo, por que la naturalidad lo ha tomado, el esta liberado de toda figura intangible, por momentos de nostalgia y alegría esta libertad;
se toca,
se baila
se grita
se ejecuta
se escribe
se susurra
o decidirá pintarla.
Estos momentos, son su vida.